Al mar

La gente ya se despedía cuando descubrió el sobre en el bolsillo de la chaqueta.

Había sido un funeral sencillo y triste, con la lluvia persistente mojando los tejados y decolorando la tarde. Ella estuvo en la primera fila, muy quieta. Sólo se giró a mirarle una vez y, cuando sus ojos se encontraron, a él le sobrecogió la serenidad con que contenía la tristeza y lo sola que parecía allí de pie, expuesta a todas las tormentas. No pudo dejar de mirarla, con los ojos anclados a su espalda, mientras sentimientos encontrados luchaban en su interior.

Palpó de nuevo el bolsillo y sacó el sobre pensando en descubrir una factura olvidada. Su corazón dio un vuelco al reconocer la letra. Abrió la carta y leyó con avidez.

"Hola.

Sólo un par de cosas: nunca le regales perfume. Su piel huele a verano y sería un crimen estropear eso. Los besos, si son con caricia, valen doble. Usa siempre la imaginación, pero deja que ella te guíe. Bailad. Sobretodo por las mañanas.

Ah, y si algún día la ves triste llévatela al mar."

Alzó la mirada mientras doblaba cuidadosamente el papel y se encontró con los ojos de ella que le interrogaban en la distancia. Entonces pensó en un mar tranquilo. En un mar al que llevarla.

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